Alrededor de los 30 años, las articulaciones y tejidos conectivos comienzan a perder su firmeza, tornándose delgados, frágiles, y susceptibles a lesiones que dejen dolor y resten calidad de vida. Esta situación tiene su origen en la ralentización de la producción de una proteína vital: el colágeno, que es crucial en la salud de huesos, articulaciones, dientes y encías.
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