Ha llegado el momento. No sabemos por qué pero al fin nos hemos decidido. Quizás fue por lo que le paso a nuestro compañero de trabajo. Está tan reciente. Sí, fue muy duro. Tuvo un fallecimiento repentino, era demasiado joven. Acababa de tener un hijo, hacía poco que se había metido en la letra de un coche, que ilusión le hizo. Por no hablar de la hipoteca. Además a su mujer no le habían renovado el contrato cuando en su trabajo supieron que estaba embarazada. Su mujer y su hijo, vaya situación. Les va a quedar poco más que las pensiones de viudedad y de orfandad. Pero con eso no tienen ni para empezar a hacer frente a todos los gastos. Qué lástima. En un momento de la vida en el que ya tiene uno bastante con enfrentarse al dolor de la pérdida, tiene encima que plantearse cómo salir adelante. Que distinto sería todo si nuestro compañero hubiera decido lo mismo que nosotros ahora. Hacerse un seguro de vida. Porque como dice el refrán, las penas con pan son menos penas.
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